¿A partir de qué edad puede un niño ir a un psicoanalista?

¿A partir de qué edad se analizan los niños? En principio, la práctica psicoanalítica tiene una condición que le es esencial para su inicio y es que el sujeto que comienza un análisis tenga una pregunta y dirija esa pregunta al analista. En este punto, los niños serían los pacientes privilegiados para el psicoanálisis ya que, si algo hacen los niños, son preguntas.
En su invención del psicoanálisis, Freud había llegado a pensar que la práctica psicoanalítica con niños no era posible ya que en el psicoanálisis se requiere de la asociación libre como técnica para poner a hablar a la persona que se analiza. Tiempo después, la psicoanalista inglesa Melanie Klein inventa una forma de análisis posible con niños utilizando la técnica del juego como forma de asociación libre en el niño. Desde edades muy tempranas, el juego es para el niño su forma de comunicación y es a través del juego que expresa su estado de ánimo, sus emociones y sus pensamientos.
En este sentido, un niño podría ir a un psicoanalista aproximadamente a partir de los dos años, considerando que esta es la etapa en la que el juego y la palabra son fuertemente incorporados como recursos y vías para la comunicación.
Pero ¿por qué iría un niño a un psicoanalista? En sus “Dos notas sobre el niño”, el psicoanalista Jacques Lacan ubica que los niños tienen síntomas. Para el psicoanálisis, la punta del ovillo de la cual se toma el analista para dar inicio al tratamiento es, precisamente, el síntoma. Se trata de que el sujeto esté sufriendo por algo, que algo le moleste y el análisis surja como una forma posible de tratar ese síntoma, eso que ya no funciona.
En el niño, el síntoma tiene su complejidad porque no siempre sufre de algo que le pasa a él mismo sino que un síntoma en el niño puede venir a representar un conflicto en la estructura familiar o una angustia de la madre. Aquellos síntomas que son referidos en la consulta como trastornos en la conducta, dificultades asociadas a la comunicación o dificultades en el aprendizaje, por ejemplo, pueden estar vinculados con alguna situación de angustia o de estrés al interior de la familia. El niño expresa esa angustia o ese malestar a través de sus síntomas. Otros síntomas comunes en el niño suelen ser la enuresis nocturna o la encopresis, trastornos en los hábitos del sueño o en los hábitos alimentarios.
Los síntomas en la infancia pueden manifestarse desde edades muy tempranas y, por lo tanto, sea que se trate de un síntoma que representa un sufrimiento propio o sea que el niño represente con su síntoma un conflicto familiar, el psicoanálisis con niños es posible desde los primeros momentos de vida. No hay una edad a partir de la cual un niño puede empezar a analizarse. Esto no necesariamente quiere decir que un niño vaya a un psicoanalista desde muy pequeño pero sí que el psicoanálisis es una práctica que puede ser implementada desde los primeros momentos de vida. A partir de una intervención dirigida a la madre, al padre o a la estructura familiar de ese niño, el psicoanalista puede intervenir en su vida y generar efectos en las manifestaciones que el niño expresa. El psicoanálisis es una práctica que opera en el discurso y el síntoma en el niño es, muchas veces, un elemento en el discurso de los padres.
Pero además, el psicoanálisis es una práctica totalmente posible desde edades muy tempranas con niños muy pequeños y con patologías muy diversas y, en ocasiones, una intervención temprana frente a alguna dificultad en el niño pequeño puede prevenir el desarrollo de angustias más profundas en años posteriores.