A partir de la propuesta para estas jornadas, me puse a pensar en los inicios, en el recorrido de estos 10 años de Désir, y en todos los cambios que fue atravesando la institución durante este tiempo, siendo el afrontamiento de la pandemia el que significó este año.
Como deben haber escuchado, Désir nació con quienes en ese momento eran dos AT que justamente empezaron a dar un curso de acompañamiento terapéutico. Como muchos de los que están acá, yo hice el curso en el 2014. Ahí aprendí dos cuestiones fundamentales de este dispositivo que considero en el corriente año han tomado gran relevancia y protagonismo como marca institucional.
La primera, es que el acompañamiento terapéutico, se trata de un dispositivo VERSATIL. Al insertarse en la cotidianeidad del paciente, esta es de lo más cambiante, variando caso por caso. Implicando así, un sinfín de escenarios posibles, en donde el AT se puede desarrollar por ejemplo en un domicilio, en la vía pública, en una escuela, en un hospital, hasta en un trabajo.
La segunda característica inherente al acompañamiento desde Désir es poder trabajar con los RECURSOS con los que cuenta el paciente. Por ejemplo, en salidas recreativas, si el paciente cuenta con plata para pagar entradas de cine, o de teatro, se va hacia allí. Si no tiene plata para afrontar costos, se irá a la plaza o se buscarán ofertas gratuitas.
Por lo tanto, desde esta formación, desde el nacimiento de Désir, quedó inscripto en toda la institución un modo de trabajo que implica movimiento, dinamismo, y una gran capacidad de adaptación y flexibilización.
Entonces, volviendo a este año en donde la vida diaria cambió tan abruptamente, creo que se pusieron en juego estas dos herramientas de trabajo: la VERSATILIDAD y el saber hacer con los RECURSOS disponibles. Esto se usó no sólo en cada acompañamiento, sino como una modalidad de trabajo institucional, atravesando todas las áreas.
Ahora, frente a las medidas de aislamiento, ¿con qué recurso podíamos contar? Con la VIRTUALIDAD: Esto implicaba en primera instancia un cambio de escenario. Desde mi puesto de trabajo, como admisora, yo anteriormente hacía las entrevistas de admisión en Désir, en un consultorio asignado, y con un turno establecido para la llegada del paciente.
En cambio, ahora, al igual que en los inicios del acompañamiento terapéutico somos nosotros quienes entramos a la cotidianeidad del paciente, a su casa a través de la videollamada, desde distintas prestaciones y partiendo desde la entrevista de admisión.
Esto desembocó un período de adaptación de la dinámica en donde fue necesario ir ajustando en la práctica y a través de la experiencia algunas cuestiones que iban surgiendo.
En principio, nos dimos cuenta que, como primera consecuencia, el confinamiento había traído cierta vivencia de atemporalidad. Sin la presencia de instituciones que ordenen como una intervención en lo real, a los pacientes les costaba mucho poder cumplir con el horario pautado para la entrevista de admisión.
Además, comenzamos a ver modificaciones respecto de las personas presentes en esta primera entrevista. Mientras que, a la institución, generalmente asiste el paciente acompañado de un familiar, en los tiempos de confinamiento muchas veces se encontraba presente en la videollamada toda la familia, y participaban activamente por ejemplo los hermanos del paciente.
Por lo tanto, frente a esto fue necesario hacer hincapié en cuestiones referidas al encuadre, sentando las bases en la entrevista de admisión, como condición para llevar a cabo cualquier tratamiento. Retomando así, la importancia del turno, en donde hay un día y un horario establecido para el trabajo, y a partir de los recursos del paciente buscar un espacio para poder recrear la privacidad del consultorio. Además, a excepción de que se requiera la presencia de algún familiar en las sesiones para apuntalar la comunicación entre el paciente y terapeuta, por ejemplo, en niños muy pequeños o con ciertas dificultades de interacción, se sugiere que los mismos puedan mantener y respetar la privacidad del paciente.
Por otro lado, a través de la opción de la virtualidad se amplió el nivel de alcance de las prestaciones de servicios terapéuticos a todo el país. Por lo tanto, frente a esa demanda, hubo que detenerse a pensar caso por caso quiénes podrían comenzar a través de la virtualidad, para luego retomar presencial, quienes podrían tratarse de manera 100% virtual, y a quienes habría que derivar ya que no era propicia esta modalidad de tratamiento.
Por último, me parece importante destacar como distintivo de este tipo de entrevistas en modalidad remota, la manera de presentación de cada paciente. Así, por ejemplo, pude ver a una persona caminar constantemente por su casa mientras hablaba, demostrando su ansiedad. También por ejemplo una pareja parental que enfocó durante toda la entrevista la cámara al medio de ambos, sin dejar ver una unidad, mientras solicitaban el servicio de orientación a padres por no poder ponerse de acuerdo en distintas cuestiones para la crianza de su hijo.
Retomando las cuestiones iniciales, me parece que con las bases del dispositivo de acompañamiento terapéutico que estuvo presente siempre en la institución se pudo afrontar el desafío que esta pandemia ha implicado para seguir alojando al sujeto y contemplar el caso por caso, adaptando las condiciones necesarias para la continuidad de los tratamientos y la realización de nuevas teorizaciones a partir de la práctica.